Burgos, en opinión de quien esto escribe, no es rural, no lo ha sido nunca.
Rodeada de municipios agropecuarios, denominados de la intendencia de la ciudad, Burgos ha sido siembre urbana, in itínere, por su denominación y por su sustancia. Fortaleza de aristócratas del comercio, de las armas y de la artesanía.
Dicho esto, una institución consuetudinaria como los danzantes, no puede analizarse desde el folclore rural, sino desde lo urbano y lo religioso. Porque Burgos, si ha sido algo definido, si hay algo que describa su fisonomía externa, interna e inmaterial, humana y física, es su integración siempre explícita de lo urbano y lo religioso. No en lo cortesano. Porque los estamentos locales, con independencia de banderas y reyes, tenían en común la fe religiosa en garantía última y necesaria, por encima incluso de la razón y de la fuerza.
El Doctor Zumel se las tuvo tiesas e hizo jurar fidelidad a la ciudad, al mismísimo Emperador Carlos, Rey de Romanos y primer señor, y único hasta la fecha, del mundo redondo que le trajo en presente Juan Sebastián Elcano. Entonces, continúo preguntándome qué simbolizan, qué quieren expresar, los danzantes con sus gorrillas y sus calzas, gestionados por los Tetines con sus trallas simbólicas de crin de caballo. Y me termino respondiendo que simbolizan la vida urbana misma.
No hay más que ver cualquier asamblea cívica necesaria: una vista judicial, una toma de posesión de cargo público, la presidencia de un acto solemne como un desfile, una votación democrática, un acto académico, el ir y venir del personal en un hospital o en una oficina : El hombre urbano, sus rituales y su organización, por antonomasia.
Las evoluciones de los danzantes y la inescrutable conducción por los Tetines, al son de la dulzaina y el tamboril interpretan la vida urbana, civilizada y occidental que aun hoy, en el siglo XXI, no conoce mejor evolución en el orbe todo.
Desde las múltiples perspectivas, históricas y sociales, desde las que se puede mirar la realidad de Burgos, a pesar de los franceses post-revolucionarios, de la Unión Europea y a pesar del homo antecesor, siempre permanece su transcendencia religiosa no superada ni superable.
Y, mirabile visu, es que lo urbano es, de suyo, contradictorio con lo religioso, por constituir aquel precisamente la formula integradora de lo religioso múltiple, lo ateo, lo no religioso, y lo religioso auténtico. Pero en Burgos los danzantes se visten con galas renacentistas de pajecillos, y los Tetines con los atuendos de la edad del bronce, para, dando brincos y haciendo corros, festejar el Corpus Christi y su inexplicada síntesis con la ciudad que expresa la esencia misma de lo que es en la piedra blanca de la Catedral.