En la Plaza de la Signoría de Florencia, frente al Palazzo Veccio, se encuentra la elegante y robusta fachada del Palazzo Uguccioni. Su estilo tardo-renacentista y ciertos rasgos hacen pensar a los expertos que su diseño probablemente se deba a Rafael o Miguel Angel.
El Gran Duque Francesco de Médici en 1550 autorizó expresamente a Guiovani Uguccioni construir el edificio con mayor altura que los otros contiguos y por ello, en reconocimiento, Benedetto Uguccioni colocó sobre la puerta principal de acceso, el busto de aquel magnate, del mas puro estilo clásico, que hoy se contempla.
Del palacio forma parte hoy un edificio anejo por nombre Casa del Garbo que fue antiguamente Convento de Monjas y hoy día lujosa y muy recomendable residencia para turistas exquisitos.
Los Uguccioni, junto con los Stroci, los Paci y los poderosos Médici eran las cuatro familias florentinas que se distribuían la gobernación de la ciudad. Su escudo de armas exhibe, en alusión a los méritos de sus orígenes, el ancla y el escalandrone o especial rastrillo de una sola vara con la que los protohéroes de la familia escalaban en los asedios, con arrojo y agilidad, los muros de las ciudades enemigas.
Burgos, a principios del siglo XVI, se encontraba en su mejor época mercantil y de prestigio comercial internacional atrayendo por ello a miembros de poderosas familias extranjeras. Una de ellas fue la de los Uguccioni que llegaron en una fecha imprecisa del primer tercio del siglo. Uno de ellos, sobrino del Papa León X, Juan Bautista de Uguccioni, daba alojamiento en su casa de Burgos al mismísimo emperador Don Carlos I, quien “de él hizo siempre grande caso y le honró como persona de muy grande calidad” (Según el Expediente de Calatrava num. 654.)
Desde fechas muy próximas a la fundación de la Compañía de Jesús, en 1540 pasaron por Burgos Jesuitas con misiones diversas, siendo a.e. una de ellas la de contentar al poderoso comerciante, banquero y regidor Burgalés Gregorio de Polanco, gran benefactor y donante espléndido de la Iglesia de San Nicolás, que se encontraba enormemente contrariado por la entrada en la Orden de su hijo primogénito.
El célebre P. Juan Alonso de Polanco llegó a ser el brazo derecho de Ignacio de Loyola , siendo Secretario y posteriormente Vicario General y pudiendo haber resultado el cuarto Prepósito General de la Orden de no ser por el veto papal de Gregorio XIII con el sano propósito de ensanchar los límites hispanos de la Compañía.
Mas tarde, en 1550 y según el propio Alonso de Polanco en su Historia de la Compañía de Jesús, los Jesuitas fueron llamados a Burgos por el Cardenal Francisco de Mendoza para fundar un Colegio y a tal efecto vinieron en Septiembre de ese mismo año, cinco Padres a cuyo frente se encontraba el P. Torres de gran prestigio como hombre, muy docto y excelente predicador.
No deja de ser curioso el recelo que causaba en cierto sector del Clero la presencia de los Padres en aquel Burgos de entonces. El Padre Flórez, en su España Sagrada refiere así los comienzos de su acción educativa: “La única Comunidad de Religiosos dentro de la ciudad fue la de los Padres de la Compañía, porque, aunque estuvieron en otros sitios , no pararon hasta meterse en lo íntimo del Pueblo. El principio fue el año de 1551 en que vinieron en romería al Smo. Christo el P. Juan Bautista Sanchez, y Hernando Alvarez. Andaban descalzos juntando niños y gente popular en los sitios mas públicos, donde los enseñaban la doctrina christiana: y recelando el Vicario del Sr. Obispo, Cardenal Mendoza, que fuesen algunos Clérigos vagos, mandó asegurarlos en la cárcel de los Clérigos, mientras se informaba. 2. Habíanlos aposentado el Bachiller Rioseco , y Gonzalo Tamayo, Beneficiarios de la Parroquia de S. Gil ,y con el buen informe de estos y que el proceder era bueno, les concedió licencia de enseñar la doctrina y predicar.”
Perteneciendo pues a una Orden mendicante, los miembros de la Compañía no disponían de alojamiento alguno ni medios con los que procurárselo. El venerable Benedicto de Uguccioni, Canónigo de la Iglesia Catedral de Burgos aparece entonces en su ayuda y les proporciona 1200 ducados para adquirir una casa en Huerto del Rey que hoy son los números 12 y 14, y les financia también la fundación del primer Colegio de la Compañía en el cercano lugar de Villímar, en cuya Iglesia fue enterrado el propio benefactor. Una lápida sobre su sepulcro decía (sic.) “ Aqui yace el Benerable Barón Benecto Vguchoni, Conónigo de la Santa Iglesia de Burgos, caballero florentín de las Ilustres Familias de los Uguchonis y Medicis, sobrino del Papa León X. Fue insigne en exemplo y santidad, gran bienhechor de la Compañía y Fundador de este Colegio. Falleció el año de 1574 a 24 de março y en el de 623 , en 2 de agosto, fue trasladado.”
(Valentín Dávila Jalón, Marqués de Dávila, Espigando en la Historia de Burgos y su Provincia)
En este Colegio se celebraron solemnes cultos en 1610, fecha de la Beatificación de san Ignacio de Loyola, pasando por su puerta “nueve carros triunfales de diversas maneras aderezados”. En 1623 era rector de este Colegio el Padre Hernando de la Torre y en el año de 1669 aparecía ya clausurada y trasladada su comunidad al fundado en Burgos cuya Iglesia es la actual de san Lorenzo.