El Leon de Arlanza

El Leon de Arlanza
El Leon de Arlanza

lunes, 15 de mayo de 2017

Adtaporka

Que hay otros mundos, pero están en este (*) es una afirmación que se convalida constantemente. No hay más que asistir a cualquier conferencia de un arqueólogo o de un físico nuclear. Prácticamente a diario, únicamente por causa y a base del desarrollo de nuestras propias técnicas de investigación, aparecen nuevos mundos evidenciados por elementos inmediatos.

En el término de Atapuerca, Alfoz de Arlanzón, (Escrito Adtaporka en el Becerro Gótico de Cardeña, folio 21, en anotación del cinco de agosto del año 963) aparecieron restos humanos que descubrían la presencia de habitantes inteligentes en la sierra circundante, hace más de un millón de años, por lo menos.

Cráneos hallados en Atapuerca

A partir de la adecuada valoración de tal hallazgo, la comunidad científica y las instituciones aplicaron medios para profundizar en la investigación del material descubierto y por descubrir, en este yacimiento y activar todo lo posible el potencial de información que contuviera sobre aquella época ancestral.

En consecuencia, sobre donde un día estuvo el Convento Dominico de San Pablo en Burgos, se erigió a modo de museo, un gran espacio de exhibición y divulgación de todo lo relativo al yacimiento y su significado. En este centro hoy se presenta a los ojos del asombrado visitante aquel mundo remoto en el tiempo que, con la adecuada guía, puede tocarse con la mano y visitarse a escasos doce kilómetros.
En definitiva, otro mundo, pero en este.


Esta clase de edificios junto la institución dotada para su gestión, en cualquier otra ciudad de Europa e incluso del mundo, son designados con un nombre alusivo al lugar del hallazgo, a lo hallado, o a su descubridor. En este caso, sorprendentemente, no. Ha sido denominado con el nombre de una hipótesis científica: Evolución humana.




(*) (Paul Elouard)