Patrimonio de la Humanidad: ahí
es nada.
El 25 de enero de 1869 el
Gobernador Civil de Burgos, Don Isidoro Gutiérrez de Castro y Cossio, político
de impecable carrera y exquisita formación- estudió en Colegio de Jesuitas en
Inglaterra y dominaba varios idiomas- acompañado de algunos funcionarios y escoltado
por escasos Guardias Civiles, se presentó en las puertas de la Catedral.
Se trataba de dar cumplimiento al
Decreto del Gobierno de España de inventariar e incautarse de bienes sitos en
el templo, no relacionados con culto, tales como biblioteca, archivos, enseres
y obras de arte en general.
Gobierno Provisional de 1869
Imponiendo su autoridad al Dean y
al Provisor Catedralicio, se hizo acompañar hasta las dependencias de los
archivos en el interior.
Una muchedumbre creciente que le había
recibido e increpado en la puerta del Sarmental, sin que los guardias civiles
lo impidieran, había accedido también al interior acompañando a la comitiva. En
el momento en que esta iniciaba su acceso al archivo, la multitud, abalanzándose
sobre el Gobernador Gutiérrez, comenzó a golpearle y arrastrarle hasta el
exterior de la puerta del Sarmental, ante la pasividad de los guardias. Una vez
allí, con una violencia inusitada, prosiguieron los golpes, mutilándole incluso
orejas y genitales.
Suceso del 25 de enero de 1869 en la Puerta del Sarmental
Finalmente, atados los pies con
su propia faja, fue arrastrado escaleras abajo y, ya cadáver, dejaron el bulto
de su anatomía abandonado en la plaza contigua, hoy del Rey San Fernando.
Hasta aquí el hecho tremendo y su
breve contexto.
Cincuenta años después, también en
Burgos, ocurrió que, cuando se supo que D Hermenegildo Barbero Usategui,
tras habérselo ofrecido en venta inicialmente al Ayuntamiento sin obtener
respuesta, decidió vender a una empresa extranjera el Palacio renacentista llamado
Casa de Miranda – edificio de su legítima propiedad- se armó también la
mundial.
Portada de la Casa de Miranda en Burgos.
El asunto, calificado de
escándalo, saltó a la prensa nacional y corrieron ríos de tinta en La
Correspondencia de España, El Imparcial, El País y El Liberal.
Se supo más tarde que quien
estaba tras la compra del edificio era nada menos que el Ciudadano Kane,
William Randolp Hearst, quien no dudó en movilizar a Washington y reclamar
lo comprado al embajador de España. En fin, una buena movida,
amortiguada en su desenlace por el estallido de la Gran Guerra.
El asunto se resolvió, no entraré
en detalles, y hoy felizmente los burgaleses disfrutamos de tan disputado monumento
como sede de Nuestro Museo de Burgos (Así, con esta denominación, como
Dios manda), en tiempos Museo Arqueológico dirigido después por nuestro entrañable
profesor de francés Don Basilio Osaba (¡Pulgar se dice pouce, pouce! ¿Quién
lo puede olvidar?)
Estos dos ejemplos de celo
patrimonial, sin embargo, son cosa del pasado.
Porque han pasado tres guerras,
dos mundiales y una local, para que aquellos sucesos hoy parezcan sólo leyendas,
aunque su rigor histórico esté fuera de toda duda.
El 26 de junio de 1945 se firmó
en San Francisco de California la Carta de las Naciones Unidas (ONU)
y el 4 de noviembre de 1950, tras los tira y afloja de la denominada “Cuestión
española” -y el santo temor de los EEUU a la URSS-, se permitía a España
formar parte de tan selecto Club.
Como órgano de la ONU para la cooperación
internacional en la educación, la ciencia y la cultura, se constituyó simultáneamente
la UNESCO. Este brazo fue desarrollándose y, andando el tiempo y viniéndose
arriba, estableció en 1972 la figura de Patrimonio Mundial o de la
Humanidad para ser ostentada por determinados lugares con un “valor universal
excepcional”.
Sede de UNESCO. Paris.
Con los pertinentes mecanismos
administrativos- y sin perjuicio de los derechos reconocidos en cada país-
acceden a tal categoría edificios (¿Con su contenido?) o lugares o lugares y
edificios.
En la actual demarcación o Comunidad
Autónoma de Castilla y León (Sencillo nombre que designa hoy la entidad que fue cabeza, corazón y motor
del Imperio Español) , disfrutamos de una renta per
cápita, en 2018, de 24.397€ -frente a los 34.980€ de Francia (un 43,38% más) o
los 70.200 de Suiza (un 187% más)- y a pesar de todo, declaramos nada menos que
Ocho patrimonios heredados de nuestros ascendientes como Patrimonio
de la Humanidad toda. Tres de los cuales radican en Burgos:
La Catedral, el Yacimiento de Atapuerca y el Camino de Santiago, en su tramo se
supone.
Esta figura, indiscutiblemente bienintencionada
y que implica para estos bienes relevancia universal, venida de visitantes-
para beneficio de la hostelería- y financiación para garantía de su conservación,
inquieta sin embargo a mi tosca mente de labrador.
Según la Real Academia Española, “patrimonio”
es “Hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes.”
En cuanto a la “humanidad” o “mundo”,
no constan ni la identidad o alcance de tales términos ni, mucho menos, su
representación- entendiendo esta como un acuerdo aceptado por mandante y
mandatario- por alguien que pueda hacer declaraciones o aceptar donaciones en
su nombre.
Así que la denominación Patrimonio
Mundial o de la Humanidad, lejos de confortarme, me suena excesiva y/o
surrealista, como si hubiera sido adoptada por una peña de amigos un poco
eufóricos, en uso de dudoso mandato representativo de las poblaciones de los
Estados que pagan sus sueldos y dietas.
Sobre todo- y también- porque al
ser esta calificación “sin perjuicio de los derechos reconocidos en cada
estado sobre dichos bienes”, supone o un concepto
de naturaleza jurídica imposible, o una denominación gratuita: De una manera u otra,
todo cuanto se tiene de pie, fluye o yace en el subsuelo del orbe, es
patrimonio de la humanidad. ¿De quién si no?
Ahora, cada vez que cruzo bajo el
arco de Santa María y contemplo, iluminada por el sol, la espléndida piedra de
la Catedral, no puedo evitar el extraño sentimiento de saber que también son titulares de
su propiedad, además de la Iglesia Católica a la que pertenezco, innumerables “Gobernadores
Gutiérrez” modernos: la Iglesia del Palmar de Troya, los países que abandonan
la ONU, los que no han pertenecido nunca, los convictos por delitos contra la
humanidad, los habitantes de Sentinel del Norte, en fin, la Humanidad en toda su dimensión, la que sea.
Qué uso hará esta nueva comunidad
de su adquisición es algo que conocerán únicamente los que sobrevivan un
significativo periodo de tiempo.
De momento, no se ha visto
declarar aún, animados por el ejemplo, patrimonio de la humanidad otros lugares
de valor universal excepcional como el Campo petrolífero Gawhar en
Arabia Saudí, o la mina Big Hole-Kimberley, de diamantes en Sudáfrica, o
la Bóveda a 26 metros bajo el nivel del mar del Banco de la Reserva Federal,
con su contenido, en New York.
Big Hole. Sudafrica.
……
“Esta es Castilla, señor, que hace
a sus hombres y los gasta!”: La expresiva frase
de Alfonso Fernández Coronel, hace seis siglos, poco antes de ser
decapitado, y quemados sus restos después, en Aguilar de la Frontera, se hace cierta para asombro
de las naciones.
Me tranquiliza pensar que el Monasterio
de las Huelgas es Patrimonio Nacional (De España) porque, de no ser
así, los burgaleses debiéramos encadenarnos ya al Compás de Afuera.