El Leon de Arlanza

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El Leon de Arlanza

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Patrimonio de la Humanidad


Patrimonio de la Humanidad: ahí es nada.

El 25 de enero de 1869 el Gobernador Civil de Burgos, Don Isidoro Gutiérrez de Castro y Cossio, político de impecable carrera y exquisita formación- estudió en Colegio de Jesuitas en Inglaterra y dominaba varios idiomas- acompañado de algunos funcionarios y escoltado por escasos Guardias Civiles, se presentó en las puertas de la Catedral.

Se trataba de dar cumplimiento al Decreto del Gobierno de España de inventariar e incautarse de bienes sitos en el templo, no relacionados con culto, tales como biblioteca, archivos, enseres y obras de arte en general.


Gobierno Provisional de 1869

Imponiendo su autoridad al Dean y al Provisor Catedralicio, se hizo acompañar hasta las dependencias de los archivos en el interior.

Una muchedumbre creciente que le había recibido e increpado en la puerta del Sarmental, sin que los guardias civiles lo impidieran, había accedido también al interior acompañando a la comitiva. En el momento en que esta iniciaba su acceso al archivo, la multitud, abalanzándose sobre el Gobernador Gutiérrez, comenzó a golpearle y arrastrarle hasta el exterior de la puerta del Sarmental, ante la pasividad de los guardias. Una vez allí, con una violencia inusitada, prosiguieron los golpes, mutilándole incluso orejas y genitales.


Suceso del 25 de enero de 1869 en la Puerta del Sarmental

Finalmente, atados los pies con su propia faja, fue arrastrado escaleras abajo y, ya cadáver, dejaron el bulto de su anatomía abandonado en la plaza contigua, hoy del Rey San Fernando.

Hasta aquí el hecho tremendo y su breve contexto.

Cincuenta años después, también en Burgos, ocurrió que, cuando se supo que D Hermenegildo Barbero Usategui, tras habérselo ofrecido en venta inicialmente al Ayuntamiento sin obtener respuesta, decidió vender a una empresa extranjera el Palacio renacentista llamado Casa de Miranda – edificio de su legítima propiedad- se armó también la mundial.



Portada de la Casa de Miranda en Burgos.

El asunto, calificado de escándalo, saltó a la prensa nacional y corrieron ríos de tinta en La Correspondencia de España, El Imparcial, El País y El Liberal.

Se supo más tarde que quien estaba tras la compra del edificio era nada menos que el Ciudadano Kane, William Randolp Hearst, quien no dudó en movilizar a Washington y reclamar lo comprado al embajador de España. En fin, una buena movida, amortiguada en su desenlace por el estallido de la Gran Guerra.

El asunto se resolvió, no entraré en detalles, y hoy felizmente los burgaleses disfrutamos de tan disputado monumento como sede de Nuestro Museo de Burgos (Así, con esta denominación, como Dios manda), en tiempos Museo Arqueológico dirigido después por nuestro entrañable profesor de francés Don Basilio Osaba (¡Pulgar se dice pouce, pouce! ¿Quién lo puede olvidar?)

Estos dos ejemplos de celo patrimonial, sin embargo, son cosa del pasado.

Porque han pasado tres guerras, dos mundiales y una local, para que aquellos sucesos hoy parezcan sólo leyendas, aunque su rigor histórico esté fuera de toda duda.

El 26 de junio de 1945 se firmó en San Francisco de California la Carta de las Naciones Unidas (ONU) y el 4 de noviembre de 1950, tras los tira y afloja de la denominada “Cuestión española” -y el santo temor de los EEUU a la URSS-, se permitía a España formar parte de tan selecto Club.

Como órgano de la ONU para la cooperación internacional en la educación, la ciencia y la cultura, se constituyó simultáneamente la UNESCO. Este brazo fue desarrollándose y, andando el tiempo y viniéndose arriba, estableció en 1972 la figura de Patrimonio Mundial o de la Humanidad para ser ostentada por determinados lugares con un “valor universal excepcional”.



Sede de UNESCO. Paris.

Con los pertinentes mecanismos administrativos- y sin perjuicio de los derechos reconocidos en cada país- acceden a tal categoría edificios (¿Con su contenido?) o lugares o lugares y edificios.

En la actual demarcación o Comunidad Autónoma de Castilla y León (Sencillo nombre que designa hoy la entidad que fue cabeza, corazón y motor del Imperio Español) , disfrutamos de una renta per cápita, en 2018, de 24.397€ -frente a los 34.980€ de Francia (un 43,38% más) o los 70.200 de Suiza (un 187% más)- y a pesar de todo, declaramos nada menos que Ocho patrimonios heredados de nuestros ascendientes como Patrimonio de la Humanidad toda.   Tres de los cuales radican en Burgos: La Catedral, el Yacimiento de Atapuerca y el Camino de Santiago, en su tramo se supone.

Esta figura, indiscutiblemente bienintencionada y que implica para estos bienes relevancia universal, venida de visitantes- para beneficio de la hostelería- y financiación para garantía de su conservación, inquieta sin embargo a mi tosca mente de labrador.

Según la Real Academia Española, “patrimonio” es “Hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes.”

En cuanto a la “humanidad” o “mundo”, no constan ni la identidad o alcance de tales términos ni, mucho menos, su representación- entendiendo esta como un acuerdo aceptado por mandante y mandatario- por alguien que pueda hacer declaraciones o aceptar donaciones en su nombre.

Así que la denominación Patrimonio Mundial o de la Humanidad, lejos de confortarme, me suena excesiva y/o surrealista, como si hubiera sido adoptada por una peña de amigos un poco eufóricos, en uso de dudoso mandato representativo de las poblaciones de los Estados que pagan sus sueldos y dietas.

Sobre todo- y también- porque al ser esta calificación “sin perjuicio de los derechos reconocidos en cada estado sobre dichos bienes”, supone o un concepto de naturaleza jurídica imposible, o una denominación gratuita: De una manera u otra, todo cuanto se tiene de pie, fluye o yace en el subsuelo del orbe, es patrimonio de la humanidad. ¿De quién si no?

Ahora, cada vez que cruzo bajo el arco de Santa María y contemplo, iluminada por el sol, la espléndida piedra de la Catedral, no puedo evitar el extraño sentimiento de saber que también son titulares de su propiedad, además de la Iglesia Católica a la que pertenezco, innumerables “Gobernadores Gutiérrez” modernos: la Iglesia del Palmar de Troya, los países que abandonan la ONU, los que no han pertenecido nunca, los convictos por delitos contra la humanidad, los habitantes de Sentinel del Norte, en fin, la Humanidad en toda su dimensión, la que sea.

Qué uso hará esta nueva comunidad de su adquisición es algo que conocerán únicamente los que sobrevivan un significativo periodo de tiempo.

De momento, no se ha visto declarar aún, animados por el ejemplo, patrimonio de la humanidad otros lugares de valor universal excepcional como el Campo petrolífero Gawhar en Arabia Saudí, o la mina Big Hole-Kimberley, de diamantes en Sudáfrica, o la Bóveda a 26 metros bajo el nivel del mar del Banco de la Reserva Federal, con su contenido, en New York.


Big Hole. Sudafrica.
……

“Esta es Castilla, señor,  que hace a sus hombres y los gasta!”: La expresiva frase de Alfonso Fernández Coronel, hace seis siglos, poco antes de ser decapitado, y quemados sus restos después, en Aguilar de la Frontera, se hace cierta para asombro de las naciones.

Me tranquiliza pensar que el Monasterio de las Huelgas es Patrimonio Nacional (De España) porque, de no ser así, los burgaleses debiéramos   encadenarnos ya al Compás de Afuera.