“En Cisneros salió María de su casa para la plaza, buena y sana: pero
de repente se puso tullida de pies y manos, con la boca torcida, pero dando
grandes confusas voces, sin que nadie acertase remediarla en un estado casi
cadavérico. Ofrecioseles llevarla en un féretro al Abad de Silos, por la fama
de su virtud, y en efecto la pusieron a sus pies medio muerta. El santo
compadecido de la enferma y movido de la fe de los paysanos (sic), oró a Dios:
pidió que le tragesen (sic) un poco de vino: bendijole por su mano: aplicóle a
los labios de la enferma : y lo mismo fue gustarle, que levantarse
repentinamente buena, glorificando a Dios , y al que la alcanzó la salud.”
Probablemente ese vino milagroso
era procedente del viñedo de Quintana del Pidio, proveedor permanente del
Monasterio de Silos como bien es sabido documentalmente.(*)
Y si el vino era de la Ribera del
Duero, el Abad era riojano, del pueblo de Cañas, que entonces pertenecía al
reino de Navarra. Nacido exactamente en el año 1000, un millenial auténtico, en el seno de una buena familia, segundona de
un rico linaje, Los Manso de Stuñiga cuya rama noble habitaba un suntuoso
palacio en la contigua Canillas.
Domingo Manso, que era bajito, desde
niño estaba ungido con un espíritu religioso, especialmente hondo y caritativo.
Sus padres no dudaron en permitirle formarse para la vida clerical a pesar de
lo convulso de la época y la proximidad de la amenaza permanente del Califato
de Córdoba. No hacía mucho que en una aceifa habían degollado a más de un
centenar de frailes en el vecino convento de san Pedro de Cardeña.
Santo Domingo de Silos. Museo del Prado.
A los cuarenta años alcanzó un
gran prestigio y autoridad personal, como Prior del Monasterio de san Millán de
Suso, propiedad de los monarcas navarros con sede en la vecina Nájera. Un
incidente serio con el rey Don García de Nájera, a quien, plantó cara evitando
un real expolio de los bienes del convento intentado por parte de este, le
supuso su expulsión del reino además de la amenaza de males mayores.
En su exilio forzoso se dirigió a
la Corte de Castilla en Burgos donde fue calurosamente recibido, ante el
conocimiento de su fama de clérigo piadoso, buen gestor de la Iglesia y su
plante ante tan importante figura.
El monarca castellano, Fernando
I, hermano de Don García, estimando sus posibilidades de éxito, le ofreció la misión
de revitalizar el Monasterio de San Sebastián de Silos (Silo, En eusquera
agujero, depósito de grano), al otro lado de la Sierra de la Demanda,
prácticamente en la frontera con el Califato.
Vista general de santo Domingo de Silos.
El valle del Tabladillo en el que
se encontraba el convento es un, relativamente pequeño pero bien dispuesto,
territorio recorrido por muchos pequeños ríos como el Ura (Ura en eusquera
corriente de agua) que en tiempos de los Romanos debió ser villa agrícola y
posteriormente asentamiento en torno a un convento visigótico fundado por el
Rey Recaredo.
En el año 1040, ante lo incierto
de la proximidad del enemigo y una patente relajación religiosa, el lugar
languidecía en espiral de debilidad que ponía en riesgo todo el fértil y
prometedor contorno. El prestigio demostrado por Domingo podría liderar un
cambio de esta situación.
Y así fue.
Y según nos cuenta en monje
Grimaldo y después Gonzalo de Berceo, allí es donde Domingo empezó a soñar,
sueños premonitorios en los que ángeles le ofrecían coronas otorgadas
directamente por Dios como premio sobrenatural por su buena labor en el
progreso de la Iglesia y en promesa condicionada a el renacimiento de cenobio
de Silos. Por eso en su sepulcro su imagen abacial, sobre tres leones, aparece
con corona en vez de tiara.
Monasterio de Santo Domingo de Silos . Sepulcro de santo Domingo.
Domingo, además de dirigir la
edificación de la maravilla en piedra que hoy puede admirarse en el claustro
románico, debió dedicarse intensamente a una labor social esencial en aquel
momento: la redención de cautivos. Para el enemigo musulmán los cautivos tenían
un interés económico mucho más importante que el acabamiento, porque no se
escatimaba en rescates ante una demografía como la de aquel tiempo en el que la
corta esperanza de vida hacia esta y por ende la de los cristianos,
especialmente valiosa.
Vida y Milagro del Moro de Santo Domingo de Silos .Museo de Bellas Artes Bilbao
No tratan estas líneas de reiterar otra hagiografía de este Santo tan castellano, patrono de las parturientas, (Ver en
este blog Días luminosos de la Historia de Castilla II. Las leyes de Burgos de
1512) sino únicamente de aportar un recuerdo cariñoso, aunque lego, al ingente volumen
de artículos históricos y divulgativos producidos en torno de tan fantástica
figura.
(*) Realmente hasta Alfonso VIII (s.XIII) no se incorpora Quintana del Pidio a la Abadía de Silos.
(*) Realmente hasta Alfonso VIII (s.XIII) no se incorpora Quintana del Pidio a la Abadía de Silos.