El Leon de Arlanza

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jueves, 21 de enero de 2016

Dias Luminosos de la Historia de Castilla (II)

Las Leyes de Burgos de 1512

Juana Garcés, madre gestante de catorce semanas, se despertó en medio de su enésima pesadilla, envuelta en un sudor frío. Vivía en un pueblito castellano de noches destempladas. Corría el año 1170. (*) En el ensueño veía claramente como salía de su vientre un perro blanco y negro llevando en la boca una antorcha encendida. Por lo demás se encontraba bien, todo lo incómoda que puede encontrarse una embarazada veterana de otros partos previos, pero bien.

Félix, su marido, habiendo escuchado varias veces antes el relato de Juana sobre la misma imagen extraña, angustiosa y recurrente, que no se había producido en el caso de sus otros dos hijos, para proporcionarle alguna tranquilidad le propone ir a consultar sobre la visión, al día siguiente, al Venerable Abad del cercano Monasterio de San Esteban de Silos, distante cuatro leguas hacia la sierra de la Demanda. El cenobio tiene fama de ayudar a quienes se acercan con fe a pedir amparo al espíritu de su refundador, el venerado Abad Domingo, fallecido cien años atrás.


Santo Domingo de Silos. Claustro.

Una vez allí, sugieren a Juana, o lo percibe ella misma en intuición explicativa, que el perro de su sueño simboliza que el hijo que espera está predestinado a llevar la luz de la fe del Señor por todo el orbe. Será como el perro fiel de Dios que llevará su Palabra iluminadora a las gentes que la desconocen o conociéndola, la ignoran.
Félix de Guzmán y Juana de Aza, que así era conocida también la madre, a partir de entonces deciden que el nombre de su hijo será Domingo, en memoria del Santo del Monasterio de Silos y en advocación del cumplimiento del significado del sueño.
El niño nacerá felizmente el mismo año en el lugar de la casa y hacienda de sus padres, Caleruega, junto al rio Gromejón, siendo educado más tarde en Gumiel de Izan, río abajo, por su tío, el arcipreste Gonzalo de Aza.

Gumiel de Izán. Casa de Santo Domingo de Guzmán.

Domingo de Guzmán Garcés, a partir de aquí, no hizo sino cumplir la ensoñación de su madre, consolidando su misión en la constitución, en 1216, de una organización religiosa, la Orden de Predicadores, que hoy,  setecientos veinte años después, que ya es decir, continúa realizando la misma misión de canes del Señor iluminando al mundo.



Iglesia de Santa Catalina de Siena .New York. Vidriera.


Y fue uno de estos canes, Antonio Montesinos, quien en 1511, enfebrecido de indignación y echándole valor, denunció los tremendos hechos que desencadenaron la elaboración del hito universal denominado Leyes de Burgos de 1512, institución iluminadora de su época y avance formidable de la condición humana.

En 1492, el colectivo humano que constituía el pueblo denominado Castilla, en su conjunto, estaba a punto de sacar la cabeza de esa bruma de los tiempos conocida como edad media. La Iglesia, los clérigos, pobres hombres que también cargaban con su propia miseria, constituían la única fuente de enseñanza de cuanto se sabía para llevar una vida terrena digna de tal nombre y asegurarse la salvación en la posible posterior y eterna.

Fuera de la fe, únicamente las armas y los gremios, comerciantes incluidos, podían proporcionar algún refugio a las aspiraciones de superación de las gentes.

El Papa de Roma, guía de la Cristiandad, como fenómeno religioso más evolucionado y fiable, legitimaba la autoridad temporal de los monarcas y las decisiones ante las nuevas cuestiones. En las fronteras de la Cristiandad únicamente la tierra ignota y, esperando su oportunidad, el Islam.

En estas, un navegante profesional, Colón, consigue convencer a la Reina de Castilla, Isabel que le autorice y financie un arriesgado intento de encontrar una nueva ruta marítima que aportaría ingentes beneficios económicos y logísticos al Reino y a la Cristiandad toda.

Suponía, ni más ni menos, que el acceso rápido, alternativo e inedito, a las especias orientales, a las sedas y los lujos, de forma tal que abarataría extraordinariamente su coste y, de paso, posibilitaría rodear militarmente al Turco por retaguardia, con su consiguiente control permanente. Ahí era nada.
…..

 (*) Juana Garcés había nacido hacia la mitad del S.XII. Hija de Don García Garcés Rico-Home, Alférez Mayor de Castilla, Mayordomo Mayor, Ayo y Protector, Tutor y Cuidador  de Alfonso IX de Castilla, y de Doña Sanchez Perez. Falleció en Pañafiel y se encuentra enterrada en el Convento de Dominicas de Caleruega. Declarada Beata en 1821 por el Papa Leon XII.