Enrique III de Castilla, el primer Príncipe de Asturias en la historia de
España, era de Burgos.
Enrique III de Castilla y León. Vidriera del S. XV
Su padre, Juan I Trastámara, se rompió la crisma al caerse
de mala manera de un caballo andaluz que le acababan de regalar. Este accidente
mortal ocurrió el 9 de octubre de 1390 en Alcalá de Henares, extramuros de la
fortaleza-palacio arzobispal, junto a la Puerta de Burgos del mismo. Tenía
treinta y dos años.
Torreón de Tenorio. Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares.
El señor de esta fortaleza era en ese momento el viejo y prudentísimo
arzobispo gallego Pedro Tenorio,
amigo de los Trastámara de toda la vida.
Don Pedro Tenorio, Arzobispo de Toledo.
Retrato en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo
Tenorio, ante esta desagradable contrariedad de su huésped, cayendo en la
cuenta de que su heredero, el niño Enrique, contaba solamente once años de
edad, no tuvo mejor ocurrencia que simular que no había muerto, ordenando llevar el cadáver en secreto a sus habitaciones del Palacio de Alcalá, como si únicamente
estuviera malherido e inconsciente. Intentaba con ello ganar el tiempo necesario para arreglar
convenientemente la regencia hasta la mayoría de edad del sucesor.
Juan I de Castilla. Estatua sepulcral en la Catedral de Toledo.
Juan I de Castilla. Estatua sepulcral en la Catedral de Toledo.
Y la cosa no era para menos porque gracias a este niño burgalés iba a solucionarse
uno de los conflictos civiles más sangrientos y desgarradores de la época: la
contienda abierta entre Borgoñas y Trastámaras por la corona de Castilla,
cuestión cerrada en falso con el asesinato de Pedro I por su hermanastro Enrique
II, en Montiel. Permanecía latente desde entonces, encarnada en Constanza, hija de Pedro I, casada con Juan de Gante, Duque de Lancaster, hijo de Eduardo III de
Inglaterra, la lucha por el trono de ambas familias, haciendo a aquellos consecuentemente, aspirantes
activos.
Constanza de Castilla, Duquesa de Lancaster.
Libro Genealogía Reyes de Portugal, S.XVI
El planteamiento para avenir pacíficamente esta aspiración no debiera
malograrse. Había sido acordado en Bayona poco más de un año antes del
accidente del caballo, entre ambos Juanes, de Castilla y Gante respectivamente.
El pacto, que garantizaba en firme la boda del niño Enrique y la hija de Constanza y Juan de Gante, Catalina, resolvía la cuestión, con el entronque de las dos casas
dinásticas en liza, siempre y cuando
tuviesen descendencia.
Juan de Gante, Duque de Lancaster.
Retrato del s. XVI
En el mismo pacto, Juan de Gante propuso, y se le aceptó, que desde entonces al
heredero de la Corona de Castilla se le adjudicara el título de Príncipe de Asturias, al modo que en su
país se hacía con el título de Príncipe
de Gales para ungir al heredero de la Corona de aquel reino.
El mismo año de 1389, celebrándose
cortes en Briviesca, aprobaron la concesión de dicho título a Enrique III
(Llamado después el Doliente), que desde entonces han venido detentando los
herederos sucesivos de la Corona de España.
De esta forma la Corona de Castilla que había perdido un monarca
de Burgos, Pedro I, fue recuperada por otro burgalés, Enrique III. (*)
(*)
Hijo de Enrique III y Catalina de Gante fue Juan II de Castilla, padre de
Isabel la Católica, cuya espléndida sepultura se encuentra en la Cartuja de
Miraflores de Burgos.
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