El Leon de Arlanza

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sábado, 9 de enero de 2016

Dias luminosos de la Historia de Castilla (I)




Enrique III de Castilla, el primer Príncipe de Asturias en la historia de España, era de Burgos.
Enrique III de Castilla y León. Vidriera del S. XV

Su padre, Juan I  Trastámara, se rompió la crisma al caerse de mala manera de un caballo andaluz que le acababan de regalar. Este accidente mortal ocurrió el 9 de octubre de 1390 en Alcalá de Henares, extramuros de la fortaleza-palacio arzobispal, junto a la Puerta de Burgos del mismo. Tenía treinta y dos años.
Torreón de Tenorio. Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares.


El señor de esta fortaleza era en ese momento el viejo y prudentísimo arzobispo gallego Pedro Tenorio, amigo de los Trastámara de toda la vida.
Don Pedro Tenorio, Arzobispo de Toledo.
                                              Retrato en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo


Tenorio, ante esta desagradable contrariedad de su huésped, cayendo en la cuenta de que su heredero, el niño Enrique, contaba solamente once años de edad, no tuvo mejor ocurrencia que simular que no había muerto, ordenando llevar el cadáver en secreto a sus habitaciones del Palacio de Alcalá, como si únicamente estuviera malherido e inconsciente. Intentaba con ello ganar el tiempo necesario para arreglar convenientemente la regencia hasta la mayoría de edad del sucesor.


                                       Juan I de Castilla. Estatua sepulcral en la Catedral de Toledo.

Y la cosa no era para menos porque gracias a este niño burgalés iba a solucionarse uno de los conflictos civiles más sangrientos y desgarradores de la época: la contienda abierta entre Borgoñas y Trastámaras por la corona de Castilla, cuestión cerrada en falso con el asesinato de Pedro I por su hermanastro Enrique II, en Montiel. Permanecía latente desde entonces, encarnada en Constanza, hija de Pedro I, casada con Juan de Gante, Duque de Lancaster, hijo de Eduardo III de Inglaterra, la lucha por el trono de ambas familias,  haciendo a aquellos consecuentemente, aspirantes activos.
Constanza de Castilla, Duquesa de Lancaster.
Libro Genealogía Reyes de Portugal, S.XVI


El planteamiento para avenir pacíficamente esta aspiración no debiera malograrse. Había sido acordado en Bayona poco más de un año antes del accidente del caballo, entre ambos Juanes, de Castilla y Gante respectivamente.

El pacto, que garantizaba en firme la boda del niño Enrique y la hija de Constanza y Juan de Gante, Catalina, resolvía la cuestión, con el entronque de las dos casas dinásticas en liza, siempre y cuando  tuviesen descendencia.
Juan de Gante, Duque de Lancaster.
Retrato del s. XVI


En el mismo pacto, Juan de Gante  propuso, y se le aceptó, que desde entonces al heredero de la Corona de Castilla se le adjudicara el título de Príncipe de Asturias, al modo que en su país se hacía con el título de Príncipe de Gales para ungir al heredero de la Corona de aquel reino.

El mismo año  de 1389, celebrándose cortes en Briviesca, aprobaron la concesión de dicho título a Enrique III (Llamado después el Doliente), que desde entonces han venido detentando los herederos sucesivos de la Corona de España.

De esta forma la Corona de Castilla que había perdido un monarca de Burgos, Pedro I, fue recuperada por otro burgalés, Enrique III. (*)



(*) Hijo de Enrique III y Catalina de Gante fue Juan II de Castilla, padre de Isabel la Católica, cuya espléndida sepultura se encuentra en la Cartuja de Miraflores de Burgos.